
Necesitamos este encuentro místico con Cristo, como Pedro, Santiago, Juan, Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Teresa de Calcuta. Desde la fe, claro. Lo necesitó Moisés para acaudillar al pueblo de Israel de Egipto a Palestina por cuarenta años de desastres, batallas, crisis religiosas, castigos de Dios, fidelidades de Dios…Lo necesitó Ignacio de Loyola para fundar la Compañía de Jesús contra viento y marea de príncipes, teólogos y Papas. Lo necesitaban esos tres apóstoles que en unos meses entrarían con Jesús en Getsemaní y se escandalizarían de Él y lo dejarían solo. Y sólo después de la Resurrección renovaron esta fe en Cristo Dios que brilló en el Tabor. Y yo necesito de este encuentro místico para no descafeinar la religión buscando achicorias, malta y demás sucedáneos de la fe.