3º Domingo de Cuaresma

 

TÚ, SEÑOR, ERES EL POZO DE AGUA VIVA

Soy caminante en busca de lo alto

y por ello tengo sed, no tanto de beber,

cuanto de llegar a Dios.

 ¡TÜ, SEÑOR, ERES EL POZO DE AGUA VIVA!

Mi camino, cansado y abatido,

son pasos que conducen hacia alguien:

¿Estarás al final, Jesús?

Mi camino, sabiendo que Tú esperas,

sé que será sendero que conducirá

entre pruebas y llantos

alegrías y penas, al pozo de la amistad

 ¡TÚ, SEÑOR, ERES EL POZO DE AGUA VIVA!

Sentarme junto a Ti, Señor,

es contemplar la grandeza y la pobreza de mi vida

es entender que, Tú, como nadie

pones sobre la mesa aquello que , de mi vida,

muy poco o nada, me interesa pregonar ni ver.

 ¡TÚ, SEÑOR, ERES EL POZO DE AGUA VIVA!
¿Cómo me darás de ese agua viva?

¿Cómo la sacarás, Señor?

¿Dónde tienes un cántaro?

¡Ah! ¡Ya lo sé, Señor!

Yo soy el vaso y el cántaro

con los cuales sacarás, para mí y para los demás,

el agua viva que brota a chorros

de la fuente de tu costado.

 ¡TÜ, SEÑOR, ERES EL POZO DEL AGUA VIVA!
Entra, Señor, en el pozo de mi alma:

es hondo, como el de la Samaritana

con fragilidades, como la vida de la Samaritana

con sed de agua limpia, como la de la Samaritana

con sed de Dios, como la de la Samaritana

Entra, Señor, en el pozo de mi alma

Y que, como la Samaritana, pueda decir también

He estado con Jesús…y sabe todo lo que he hecho

Amén.