2º Domingo de Adviento (fiesta de la Inmaculada)

 

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CONVIÉRTEME, SEÑOR

Del ruido, que me impide escucharte,

a la paz que me permite sentirte con nitidez.

De la comodidad, que desfigura mi felicidad

a la sobriedad que necesita mi alma para no perderte

a la belleza interior como camino hacia la perfección

CONVIÉRTEME, SEÑOR

¡ De mi voz, suave y tímida para pregonarte,

a un testimonio vivo ,eficaz y valiente,

para proclamar que, como Tú,

nada ni nadie ha de salvar al hombre

CONVIÉRTEME, SEÑOR

De mi autosuficiencia, orgullo y seguridades

a la humildad para saber y poder encontrarte

CONVIÉRTEME, SEÑOR

De mis apariencias, simples e interesadas,

a la plenitud que me ofrece tu presencia,

real y misteriosa, dulce y exigente,

divina y humana, audible….y a veces silenciosa

Con respuestas….y a veces con interrogantes

CONVIÉRTEME, SEÑOR

Y dame un nuevo corazón para alabarte

Y dame un nuevo corazón para bendecirte

Y dame un nuevo corazón para esperarte

Y dame un nuevo corazón para amarte.

Amén.

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¡POR TI, MARÍA! 

1.Nos mantenemos despiertos. Tu figura, es despertador que nos hace conservar los ojos abiertos ante Jesús que llega.

2.Nos ponemos en marcha en el camino que separa  nuestra vida de la gruta de Belén. Pues, mirando hacia el suelo, a todas luces son tus huellas las que se ven.

3.Decimos “SI” aunque, a veces, nos cueste y nos duela. Pues, Nazaret, se da y se construye en todos los hombres y mujeres que digan, como Tú, que “SI”.

4.Soñamos aun estando despiertos pues, el adviento, es estar vigilantes y con una sonrisa en los labios: ¡El Señor vendrá!

5.Caminamos y avanzamos sostenidos por la fe. Porque, en Ti María, vamos con los cántaros de nuestro corazón para que Tú los llenes de la esperanza de Dios.

6.Miramos hacia el Misterio y, al encontrarnos contigo, nos asombramos de lo que gime y crece en tus entrañas de Madre: Dios humanado.

7.Oramos y cantamos, pensamos y guardamos silencio. Porque, tu ser de Madre, nos indica que en la oración y la alegría, el pensamiento y la sobriedad…podemos dar mucho mejor con Dios.

8.Creemos que es posible ser mejor o, por lo menos, diferentes a este mundo tan escaso de ilusiones y de esperanzas. Profesamos, en la gruta de nuestras casas, que se puede disfrutar en esta tierra sin dejar de lado al Señor.

9.Nos comprometemos, ante Jesús que viene, a limpiar por dentro –y también por fuera- aquello que nos pueda impedir la total comunión con Él. ¿Nos ayudarás María a transformar nuestra carne y hueso en madera de un humilde pesebre?

10.Contigo, María, cantamos las grandezas del Señor. ¡Algo pequeño se hizo grande en Ti cuando, Dios, se detuvo frente a tu persona! Hoy, como ayer y siempre, te decimos: ¡BIENAVENTURADA E INMACULADA MARÍA!