Domingo primero de Adviento

Hermanos: Al comenzar el nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona con que inauguramos también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza. La corona de Adviento es, pues, un símbolo de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte, porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre y nos ha dado verdadera vida.

El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona debe significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad. Por eso hoy, primer domingo de Adviento, bendecimos esta corona y encendemos su primer cirio.

 

 Primer domingo: la vigilancia en la espera del Señor

 

Encendemos, Señor, esta luz, como aquél que enciende su lámpara

para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene.

En esta primera semana del Adviento

queremos levantarnos para esperarte preparados,

para recibirte con alegría.

Muchas sombras nos envuelven;

muchos halagos nos adormecen.

Queremos estar despiertos y vigilantes,

porque tú nos traes la luz más clara,

la paz más profunda y la alegría mas verdadera.

    ¡Ven, Señor Jesús!

            ¡Marana thá! ¡Ven, Señor Jesús!