Felicidades a todos los que participasteis en la manifestación por la vida. Pronto colgaremos las fotos pero de momento leer esta maravilla de artículo escrito por Don Fernando Sebastian, arzobispo emérito de Pamploana-Tudela.
Pueblo soberano
Esta tarde he seguido la gran manifestación por la vida que se ha celebrado en Madrid, gracias a los servicios de las televisiones libres que hay en España. Y a continuación no puedo menos de escribir este comentario. He visto levantarse un pueblo libre y soberano que dice NO a un gobierno que pretende abusar de la autoridad que el pueblo le confió para que hiciera otras cosas. Diciendo NO cuando el gobierno quiere actuar como si fuera el dueño de la sociedad, el dueño de nuestras vidas, comenzamos a ser democracia de verdad. No queremos dejarnos llevar por ese despeñadero de la degradación moral que fascina a nuestro gobierno.
Ya es hora de que la sociedad española se sienta soberana, libre, dueña de su destino frente a las pretensiones totalitarias de un gobierno que no reconoce los límites de su autoridad. El gobierno está para servir a la sociedad, para promover el bien de la sociedad, para hacer posibles los verdaderos derechos de la sociedad. No tiene que inventar derechos sectarios y criminales sino servir a los derechos reales, los verdaderos, los que vienen de Dios, incluido, por supuesto, el derecho a vivir de esos miles de niños descuartizados en el seno de su madre por este crimen abominable que es el aborto.
Y es hora de que en este asunto concreto, pongamos las cosas en su sitio y llamemos las cosas por su nombre. El aborto es la eliminación violenta de un ser humano inocente cuando está más necesitado de la protección de su madre y de la sociedad entera. El gobierno no puede ir en contra de los sentimientos y las convicciones de más de media España. No lo vamos a consentir. Tenemos que seguir hablando, convenciendo, moviendo a la gente de buena voluntad a favor de la vida de los inocentes. Si les abandonáramos estaríamos perdiendo las razones para luchar contra las demás amenazas y agresiones contra la vida que hay en nuestro mundo.
Y por fin, si somos sinceros hemos de reconocer que esta plaga del aborto nace de la perversión que padecemos socialmente en la presentación y el ejercicio de la sexualidad. El sexo humano es un medio de expresar y alimentar el amor entre hombre y mujer, un amor pleno, definitivo, fiel y fecundo. El sexo sin amor y sin responsabilidad necesita del aborto. La educación de los jóvenes en la castidad, o lo que es lo mismo, en el conocimiento de la verdad humana de la sexualidad y en su recto ejercicio dentro del matrimonio estable, es la verdadera erradicación definitiva de la gran desgracia del aborto. Sólo cuando lleguemos a recuperar el respeto por la sexualidad humana podremos vernos libres de los embarazos no deseados, de las píldoras abortistas y de este crimen protegida que es el aborto legalizado.