El primer domingo de Adviento es el primer día del Nuevo Año Litúrgico para la Iglesia Católica y en esta ocasión, en el Evangelio (Marcos 13,33-37), Jesús anima a los fieles a “estar atentos y vigilar”.
Asimismo, las lecturas bíblicas de esta primera semana y la predicación son una invitación a estar vigilantes para cuando venga el Señor. Por ello, es importante que en las familias se haga un propósito que les permita avanzar en el camino hacia la Navidad.
En un momento propicio o tal vez después del encendido de la primera vela de la corona de adviento, los miembros del hogar podrían comenzar revisando las relaciones familiares y terminar pidiendo perdón a quienes se ha ofendido, así como dándolo a los demás.
Para terminar, es importante recordar que el Año Litúrgico es el conjunto de las celebraciones con las cuales la Iglesia conmemora anualmente el misterio de Cristo.
QUÉ BUENO QUE VENGAS, SEÑOR!
Son tantos los acontecimientos que nos aturden
que, por momentos, sentimos que no hay vida
y que, si la hay, está atrapada
por sustos, sin sabores, violencias y desencuentros
¡QUÉ BUENO QUE VENGAS, SEÑOR!
Que, en la Navidad, nos recuerdes la pequeñez
para que, lejos de sentirnos grandes,
podamos recuperar la esperanza
la alegría, la fortaleza y la serenidad
¡QUÉ BUENO QUE VENGAS, SEÑOR!
Y que en medio de tanto ruido
lo hagas con el rumor del silencio
con tu presencia humana y divina
y con tu apariencia del que todo lo necesita
¡QUÉ BUENO QUE VENGAS, SEÑOR!
Haz que, este adviento, sea viga que nos apuntale
En nuestra oración, para no perderte
En nuestros caminos, para no desviarnos
En nuestras luces, para alcanzar la estrella
En nuestras entrañas, para no perderte
En nuestra alegría, para celebrarte
En nuestra esperanza, para aguardarte
En nuestra oscuridad, para que Tú nos ilumines
¡QUÉ BUENO QUE VENGAS, SEÑOR!
Y que, al celebrar tu Nacimiento,
sepamos ovacionarlo con aires de salvación
Pues, es en la semilla de Belén, en un Niño,
donde se hará grande el amor,
la justicia y la paz con la mano de Dios
¡NOS HACES TANTA FALTA, SEÑOR!