5º Domingo de Cuaresma

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TAMBIÉN YO, SEÑOR, QUIERO SALIR

Cuando me digas “sal de ahí”

quiero dejar la fría losa que me inmoviliza

que me detiene en la oscuridad

y me recuerda que Tú ya no existes

que pregona que, la nada o el absurdo,

serán mis acompañantes para siempre.

TAMBIÉN YO, SEÑOR, QUIERO SALIR

Y, al verte conmovido porque ya no estaré muerto sino vivo

darte las gracias porque, ante todo, me darás la vida Señor

Porque, tus promesas, son más fuertes que la misma muerte

porque tu fama, Señor, desde siempre me ha impresionado.

TAMBIÉN YO, SEÑOR, QUIERO SALIR

Abandonando las vendas de la tiniebla y del llanto

para, después de resucitar, cantar eternamente tu gloria

y con el resto de los que creen y esperan como yo

enterrar las dudas y las desesperanzas

sabiendo que Tú, Señor, tienes palabras de vida eterna

TAMBIEN YO, SEÑOR, QUIERO SALIR

Pero, mientras no llegue ese momento,

guárdame en tu corazón, amigo y Señor,

no olvides que, mientras estuve y caminé en la tierra,

pensé en Ti, di gracias por haberte conocido

cerré los ojos al mundo con el sueño de poder escuchar un día:

¡AMIGO, SAL DE AHÍ!

Haz, Señor, que mientras asoma ese instante de partir

cuando algunos lloren y otros recen por mí

te siga amando con todo mi corazón, fuerza y afecto

Amén.