No es lo mismo haber tenido alguna vez la visión y perderla, a no haberla nunca tenido, como es este caso.- Pueden existir personas que alguna vez han escuchado quien es Jesús, mientras que existen otras que jamás han sabido quien es Jesús. Pero lo maravilloso de este pasaje es que Jesús ve al ciego y se detiene. Y así es Dios con nosotros. A él no le importa que no sepamos absolutamente nada de él. El se acerca a nosotros con el propósito de darse a conocer. La iniciativa partió de Jesús y no del ciego. En Lucas 18: 35 al 43 hay un ciego que clamó a Jesús por sanidad, pero acá hay un ciego que no tenía ninguna esperanza, porque ignoraba quien era Jesús. Y así éramos muchos de nosotros, no sabíamos quien era Jesús o le atribuíamos otras cualidades y no lo identificábamos como Dios. Hoy día, también existen sectas que no reconocen la deidad de Jesucristo.- Lo creen un gran maestro, un profeta, un santo, en fin, con cualquier cualidad buena pero no lo identifican como Dios mismo. Son ciegos de nacimiento. No han tenido la revelación de la deidad de Jesús.