El texto evangélico de hoy, que narra la parte conclusiva del coloquio nocturno de Jesús con Nicodemo, es clave definitiva para leer en profundidad el sentido del actuar de Dios en la historia y para comprender el fin último de la encarnación del Hijo del hombre, que es alzado en la cruz, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
¿Cuál es el motivo de la pasión y de la cruz de Cristo? Es el amor de Dios, que se ha mostrado atento a la suerte del mundo y de la humanidad pecadora hasta el punto de entregar a su propio Hijo unigénito a la muerte de cruz. El amor misericordioso de Dios tiene, pues, una finalidad salvífica.
La segunda parte del evangelio presenta el tema del “juicio”. Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. La oferta de salvación es gracia, puro don de la riqueza del Padre y efusión de su bondad. El juicio es presentado por el evangelista San Juan bajo la categoría de la luz, que se acoge o rechaza. Los creyentes son los que aceptan la luz, la oferta de salvación de Dios que es Jesucristo. Los incrédulos son los que aman las tinieblas y obran el mal rechazando el don de Dios y autoexcluyéndose de la salvación.
DOMINGO DE RAMOS
10:30 SANTA MISA
12:30 BENDICION DE LOS RAMOS EN LA HUERTA PARROQUIA,
PROCESION Y SANTA MISA
JUEVES SANTO
18:00 MISA DE LA CENA DEL SEÑOR
22:00 HORA SANTA
VIERNES SANTO
9:00 LAUDES ANTE EL MONUMENTO
11:00 PROCESION:VIA CRUCIS DEL SEÑOR
17:00 CELEBRACION LITURGICA DE LA MUERTE DEL SEÑOR
SABADO SANTO
21:00 VIGILIA PASCUAL
DOMINGO DE RESURRECION
10:30 SANTA MISA
12:30 SANTA MISA
LUNES DE PASCUA: ROMERIA A NUESTRA SEÑORA DEL PERDON
11:00 SANTA MISA EN LA PARROQUIA DE ASTRAIN
(No hay misa en la parroquia)
Las lágrimas de Jesús, sus peticiones y oraciones al Padre, son para nosotros garantía de que nuestros sufrimientos y pruebas contarán siempre con su mano tendida.
Ante el dolor ¿cómo reacciona el hombre de hoy? Ante la cruz ¿por dónde y cómo se la toma?
1.Nos aproximamos poco a poco a la Santa Pascua. Y al igual que le pasó por la mente a Jesús, en muchos instantes, quisiéramos que desfilara de nosotros el cáliz amargo del desazón, preocupaciones, sufrimiento o muerte.
Pretendemos ser eternos y comprobamos que somos caducos
Presumimos ser dueños de la vida, y es el día a día quien nos empuja hasta la muerte
Tenemos respuestas para todo y, detrás de una solución, surge de nuevo un interrogante.
2.A punto de iniciar la Semana Santa es bueno saber que no estamos solos ante los grandes dramas que nos sacuden. Uno, especialmente sangrante, es la orfandad que padecen en propias carnes muchas de las personas que nos rodean. No saben a quién recurrir. No tienen a quién suplicar. Y, algunos de ellos, no poseen ya ni razones para vivir. ¿Qué hacer por aquellos hermanos nuestros que han dejado por el camino el amor de Dios? ¿Cómo hacerles entender que, a la vuelta de la esquina, les aguarda un Cristo con suficiente fuerza y vida para todos?
La Nueva Evangelización, a la cual todos estamos convocados, podemos iniciarla acercándonos a aquellos que reclaman un poco de atención o de cariño, de ternura o de apoyo. La sociedad nos instruye para la vida pero nos oculta la realidad de la muerte. La sociedad siembra de música el escenario de nuestro vivir pero no nos alerta para los momentos, existencialmente obligados, que llamarán a nuestra puerta como pueden ser el llanto, el dolor o la negación de uno mismo.
3.Hoy, como aquellos griegos que se acercaron a Felipe, también nosotros quisiéramos ver a Jesús. ¡Se solucionarían tantos enigmas! ¡Callarían tantas lenguas! Pero lo cierto es que, Jesús, está en medio de nosotros. Nuestra fe, a veces adormecida y otras interesada; unas veces entusiasta y otras tímida nos dice que está aquí. ¿Seremos capaces de intuirlo con ese sexto sentido de nuestra confianza? ¿Seremos tan ilusos de dudar por el simple hecho de que, no siempre, lo percibimos con nitidez o con suficiente calor?
¿Queremos, de verdad, ver a Jesús? ¿No estaremos en algunos momentos esperando a que se nos manifieste totalmente? ¿Tenemos ansias de ver, creer, amar, fiarnos y aguardar a Jesús?
En ese camino de discernimiento no estamos solos. Nos acompañan, como he dicho al principio, sus lágrimas, su oración y la gran promesa que nos dejó: “estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”(Mt 28,16-20).
Ha llegado la hora de Dios, la hora de Jesucristo. Que seamos capaces también nosotros de poner a punto nuestros relojes cristianos. La Pascua nos exige, como a los discípulos, vivir unidos al Maestro. No podemos quedarnos en el “héroe de Jesús”. Su testimonio sigue siendo algo vivo, algo que nos interpela y nos conduce a entregarnos en la medida de nuestras posibilidades con Él, en Él y para Él. No estamos solos.